
REFLEXIÓN SEMANAL DEL SÁBADO 24 DE MAYO.
6° SEMANA DE PASCUA.
NO LOS DEJARÉ DESAMPARADOS. San Juan Crisóstomo, obispo, padre y doctor de la Iglesia.
Si me aman, guardarán mis mandamientos. Les he dado un mandamiento: que se amen unos a otros y hagan unos con otros como yo lo he hecho con ustedes. En esto consiste el amor: en cumplir los mandamientos y someterse al amado. Y yo pediré al Padre y les dará otro Paráclito. Son palabras de despedida. Y como todavía no lo conocían bien, era muy probable que habrían de buscar la compañía del ausente, sus palabras, su presencia física, y que no habrían de aceptar, una vez que él se hubiera marchado, ningún tipo de consuelo. Y ¿qué dice? Yo pediré al Padre y les dará otro Paráclito, esto es, otro como yo.
Después de haberlos purificado con su sacrificio, entonces descendió el Espíritu Santo. ¿Por qué no vino cuando Jesús estaba con ellos? Porque todavía no se había ofrecido el sacrificio. Pero una vez que fue borrado el pecado y ellos, enviados a los peligros, se disponían para la lucha, era necesario el envío del Consolador. Y ¿por qué el Espíritu no vino inmediatamente después de la resurrección? Para que, poseídos por un deseo más vehemente, lo recibieran con mayor fruto.
En efecto, mientras Cristo estaba con ellos, no conocían la aflicción; pero cuando se fue, al quedarse solos y sobrecogidos de temor, habrían de recibirlo con mayor anhelo. Que esté con ustedes para siempre, esto es, no los abandonará ni siquiera después de la muerte. Y para que al oír hablar del Paráclito no pensaran en una nueva encarnación y abrigaran la esperanza de verlo con sus propios ojos, a fin de alejar semejante sospecha, dice: A quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve.
Porque no vivirá con ustedes como yo, sino que habitará en sus almas, porque eso es lo que quiere decir que esté con ustedes. Lo llama Espíritu de la verdad, designando así las figuras de la antigua ley. Para que esté con ustedes. ¿Qué significa esté con ustedes? Lo mismo que Jesús había dicho de sí mismo: Yo estoy con ustedes. Pero además insinúa otra cosa: no padecerá lo mismo que yo he padecido, ni se ausentará.
A quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve. Pero ¿cómo? ¿Acaso se contaba entre las cosas visibles? En absoluto. Pero Cristo se refiere aquí al conocimiento, pues añade: ni lo conoce, ya que habitualmente se llama visión al conocimiento penetrante. En efecto, la vista es el más destacado de los sentidos, y mediante ella designa siempre el conocimiento penetrante. Llama aquí mundo a los perversos, y de esta suerte consuela a sus discípulos ofreciéndoles este precioso don. Mira cómo ensalza la grandeza de este don. Dice que es distinto de él; añade: «No los dejará»; insiste: vendrá únicamente a ellos, como también yo vine; dijo: «Permanece en ustedes»; pero ni aun así disipó su tristeza. Todavía lo buscaban a él, querían su compañía. Para tranquilizarlos dice: Tampoco yo los dejaré huérfanos: volveré a ustedes. No teman, dice; no he dicho que les enviaré otro Paráclito porque yo vaya a dejarlos para siempre; no he dicho: «Permanece en ustedes», como si yo no vaya a volver a verlos. En realidad, también yo vendré a ustedes. No los dejaré huérfanos.