
REFLEXIÓN SEMANAL DEL SÁBADO 16 DE AGOSTO.
MIÉRCOLES 20 DE AGOSTO; MEMORIA DE SAN BERNARDO, ABAD Y DOCTOR DE LA IGLESIA.
VIERNES 22 DE AGOSTO; MEMORIA DE SANTA MARÍA REINA.
SOBRE EL CANTAR DE LOS CANTARES. San Bernardo, abad y doctor de la Iglesia.
El amor basta por sí mismo, agrada por sí mismo y a causa de sí. Él mismo es su mérito y su premio. El amor no requiere otro motivo fuera de sí mismo, ni tampoco otro fruto: su fruto consiste en su práctica. Amo porque amo, amo por amar. Gran cosa es el amor, si recurre a su principio, si vuelto a su origen, si retornado a su fuente, de allí se alimenta para fluir constantemente. Entre todas las mociones, los sentimientos y los afectos del alma, el amor es lo único con que la creatura puede corresponder a su Creador, aunque no con plena igualdad, lo único con que puede restituirle algo semejante a lo que él le da. En efecto, cuando Dios ama, lo único que quiere es ser amado: si él ama, es para que nosotros lo amemos a él, sabiendo que el amor mismo hace felices a los que se aman entre sí.
El amor del Esposo, más aún, el Esposo amor, sólo busca a cambio amor y fidelidad. No se resista, pues, la amada en corresponder a su amor. ¿Cómo no amará la esposa, siendo esposa del Amor? ¿Cómo no será amado el Amor?
Con razón renuncia a cualquier otro afecto y se entrega de un modo total y exclusivo al amor, ya que debe responder al amor devolviéndole amor. Porque, aunque se vuelque toda ella en el amor, ¿qué es ello en comparación con el manantial perenne de este amor? No fluyen con la misma abundancia el amante y el Amor, el alma y el Verbo, la esposa y el Esposo, el Creador y la creatura; hay la misma disparidad entre ellos que entre el sediento y la fuente.
Según esto, ¿no tendrá ningún valor ni eficacia el deseo nupcial, el anhelo de quien suspira, el ardor de quien ama, la confianza de quien se atreve a esperar, por el hecho de que no puede correr a la par con un gigante, competir en dulzura con la miel, en mansedumbre con el cordero, en blancura con el lirio, en claridad con el sol, en caridad con aquel que es caridad? De ninguna manera. Porque, aunque la creatura, por ser inferior, ama menos, sin embargo, si ama con todo su ser, nada falta donde está todo. Por ello, amar así es desposarse, porque es imposible que la que así ama sea poco amada, ya que en el mutuo consentimiento consiste el íntegro y perfecto matrimonio. A no ser que alguien dude que el alma es amada antes por el Verbo, y con mayor intensidad.