
REFLEXIÓN SEMANAL DEL SÁBADO 01 DE NOVIEMBRE.
SÁBADO 01 DE DICIEMBRE; SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS.
DOMINGO 02 DE NOVIEMBRE; CONMEMORACIÓN DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS.
CRISTO TRANSFIGURARÁ ESTE MISERABLE CUERPO NUESTRO. San Anastasio de Antioquía, obispo.
Cristo murió y volvió a la vida para ser Señor de muertos y vivos. Pero Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos. Por tanto, los muertos, de los cuales es Señor aquel que volvió a la vida, ya no están muertos, sino que viven; y por esto domina sobre ellos la vida, de modo que viven ya sin temor a la muerte, del mismo modo que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere.
Así pues, resucitados y liberados de la corrupción, ya no volverán a experimentar la muerte, sino que tendrán parte en la resurrección de Cristo, como Cristo tuvo parte en la muerte por la que pasaron.
Por esto precisamente bajó Cristo a la tierra, que estaba sujeta con cerrojos eternos: para destrozar las puertas de bronce y quebrar los cerrojos de hierro, y para sacar nuestra vida de la corrupción, cambiando nuestra esclavitud en libertad.
Y si este plan de Dios no lo vemos todavía realizado del todo, ya que los hombres continúan muriendo y sus cuerpos sujetos a la disolución del sepulcro, ello no ha de ser motivo de engaño, pues poseemos ya las arras y primicias de todos estos bienes que hemos dicho; gracias a ellas, hemos subido ya al cielo y nos hemos sentado con aquel que nos ha llevado consigo a las alturas, como dice Pablo en una de sus cartas: Nos resucitó con él y nos hizo sentar en los cielos con Cristo.
La plena realización tendrá lugar cuando llegue el momento determinado de antemano por el Padre, cuando dejaremos ya de ser niños y llegaremos al estado de hombre perfecto. Así ha parecido bien al Padre de los siglos, para que su don permanezca estable, sin el peligro de ser menospreciado por una mentalidad todavía inmadura.
No es necesario demostrar que el cuerpo del Señor resucitó espiritualizado, ya que Pablo, hablando de la resurrección de los cuerpos, afirma claramente: Se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual, es decir, un cuerpo transfigurado a imitación de la gloriosa transfiguración de Cristo, nuestro guía y predecesor.
El Apóstol, en efecto, bien enterado de esta materia, nos enseña cuál sea el futuro de toda la humanidad, gracias a Cristo, el cual transfigurará este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo.
Por tanto, si la transfiguración es una transformación en cuerpo espiritual, si este cuerpo espiritual es a semejanza del cuerpo glorioso de Cristo, de ahí se sigue que Cristo resucitó con un cuerpo espiritual; y este cuerpo es el mismo que fue sembrado en vileza, el mismo que ha sido cambiado en un cuerpo lleno de gloria.
Y habiendo colocado junto al Padre este cuerpo glorificado como primicias de nuestra naturaleza, allí colocará también el universo en su totalidad, tal como prometió cuando dijo: Cuando yo sea levantado, atraeré a todos hacia mí.
